En 1991, el mundo de los videojuegos experimentó un cambio revolucionario con el lanzamiento de Street Fighter 2, un título que redefinió los juegos de lucha competitivos. El ex empleado de Capcom, Yoshiki Okamoto, reveló que el equipo buscaba establecer un género completamente nuevo, con el objetivo de erradicar las limitaciones previas de los videojuegos.

El juego se convirtió rápidamente en un fenómeno cultural, vendiendo más de 14 millones de unidades y cautivando a jugadores de todo el mundo. Okamoto creía en crear el "mejor juego de la historia", demostrando una visión y ambición excepcionales al perseguir esta visión innovadora.

Su dedicación llamó la atención de la directiva de Capcom, que le ofreció un salario impresionante para quedarse, lo que resaltó el impacto de su trabajo. Si Okamoto y su talentoso equipo no hubieran perseverado ante los desafíos, el panorama actual de los juegos de lucha podría haber sido radicalmente diferente.

El legado de Street Fighter 2 no solo estableció un estándar alto para títulos futuros, sino que también consolidó su lugar como piedra angular de la comunidad de juegos competitivos, inspirando a innumerables jugadores y desarrolladores a nivel mundial.